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El HIV tiene la particularidad de atacar a los linfocitos que son los
directores de nuestro sistema de defensa. Inicialmente el HIV
permanece en estado latente, es decir, "dormido" dentro de los
linfocitos. En algunos casos, al cabo de un tiempo, a menudo años y
por causas aún no bien determinadas, el virus se activa, es decir, se
"despierta" y comienza a destruir los linfocitos. De esta forma, el HIV
debilita progresivamente el sistema inmune, logrando que nuestro
organismo no pueda luchar adecuadamente contra diversos gérmenes.
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